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Qué hacer en Cuenca en 3 días, la ciudad de las sorpresas

Fundada como Medina por los árabes y enclavada por los ríos Júcar y Huécar, Cuenca es una ciudad medieval con una historia muy marcada. Se sitúa sobre el cerro de San Cristóbal y precisamente fue su posición geográfica la principal razón por la que los musulmanes decidieran construir allí su ciudad fortificada. Lo que no sabían era que milenios más tarde, esta ciudad bautizada como Qūnka, se convertiría en una de las más bellas del mundo.

Para muchos es una gran desconocida y para nosotros una gran sorpresa. Pasear por el casco antiguo de Cuenca es teletransportarse a la Edad Media. Esta ciudad es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y tiene tantos rincones que cuesta decantarse por uno en concreto, eso sí, lo que siempre predomina es sus coloridas callejuelas. Las casas colgadas, sus famosos rascacielos medievales, la Catedral o sus curiosos museos demuestran que Cuenca merece su posición en el turismo nacional.

Debido a su orografía, el clima de la ciudad registra unas temperaturas un poco frías. Los meses más calurosos son los de julio y agosto, alcanzando los 31ºC. Por el contrario, los meses más fríos son los de enero y febrero, con un promedio de -1ºC.

En cuanto a la gastronomía, algunos de sus platos más típicos son el alajú, el atascaburras y el morteruelo.

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Qué hacer en Cuenca en 3 días

Transporte

El aeropuerto más cercano a Cuenca es el de Madrid, situado a 170 kilómetros. Otro aeropuerto del que se puede acceder a esta ciudad manchega es el de Valencia, situado a 200 kilómetros.

Cómo ir a Cuenca

  • Desde Toledo: en bus opera la compañía Aisa, cuesta unos 13,5€ y tiene una duración de 2 horas. En tren opera la compañía RENFE, cuesta unos 30€ y tiene una duración de 2 horas y media.
  • Desde Valencia: en tren opera la compañía RENFE, cuesta unos 36€ y tiene una duración de 1 hora.
  • Desde Madrid: en bus opera la compañía Avanza, cuesta unos 13€ y tiene una duración de 2 horas. En tren opera la compañía RENFE, cuesta unos 36€ y tiene una duración de 1 hora.

Si optáis por alquilar un coche, os recomendamos la empresa Sixt rent a car, ya que es la que mejor precio y garantía tiene. Además, por reservarlo a través de nosotros os ofrecen hasta un 10% de descuento en todos los alquileres, el cual veréis reflejado automáticamente en vuestro proceso de reserva.

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Alojamiento

El hotel en el que nos alojamos fue el Hotel Alfonso VIII. Tiene una puntuación de 7,9 en Booking y se trata de un hotel 3 estrellas. La ubicación es excelente, justo en el Parque de San Julián, rodeado de bancos, cafeterías, restaurantes, tiendas y en general todo el comercio.

El personal fue muy atento y estuvo muy servicial en todo momento. El último día fueron tan amables que nos guardaron las maletas y nos llamaron a un taxi para que nos llevaran a la estación de tren. El hotel estaba muy limpio, el mobiliario muy cuidado y las instalaciones en general muy correctas. En todas las plantas había sillones para descansar o esperar al ascensor.

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Como hemos mencionado, se encuentra en un sitio privilegiado. Las vistas desde la habitación del hotel son extraordinarias, a la izquierda se ven los famosos rascacielos medievales de Cuenca y todo el casco histórico. Enfrente, el cerro del Socorro con el monumento al Sagrado Corazón de Jesús y a la derecha, el Museo Paleontológico de Castilla-La Mancha. Nosotros nos hospedamos en otoño y el color de las hojas de los árboles junto a la estampa de la ciudad situada enfrente, fue una de las imágenes que nos llevaremos para el recuerdo.

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La habitación era enorme, mucho más grande que la media del resto de hoteles. Disponía de dos partes bien diferenciadas, por un lado un salón con sofá, mesa, mueble y televisión. Por otro lado, la habitación con dos camas bastante amplias, el armario y otra televisión. El colchón y las almohadas eran muy cómodas, nosotros descansamos formidablemente.

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El baño también era muy grande, contenía dos lavabos y una bañera muy extensa. Para nuestra suerte, disponía de un dispensador de gel, todo un detalle que hace diferenciarse de la competencia. Algo que nos confirmó la buena calidad del hotel fue el bordado con su sello en las toallas, seguramente sea algo que pase desapercibido para la gran mayoría de personas pero la imagen es algo que hay que cuidar en el sector turístico.

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Se trata por tanto de una especie de apartamento con todo lo necesario para disfrutar de la ciudad y descansar. Además, tenía un balcón equipado con una mesa y dos sillas, el lugar perfecto para disfrutar de las vistas de la ciudad.

Por si fuera poco, nuestra sorpresa llegó a la hora del desayuno. Si ya habíamos alucinado con las vistas desde el balcón de la habitación, desde el comedor fue rematador. El restaurante del hotel se llama La Terraza y probablemente cuente con uno de los miradores más bonitos de Cuenca. Desayunar con semejantes vistas fue algo que sumó muchísimo a nuestro viaje. La Terraza es un restaurante en el que podéis ir a comer o a cenar independientemente de si estáis alojados o no en el hotel, sin duda la experiencia merece la pena.

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Además de la dimensión del local, el desayuno contenía de todo. Se trataba de un buffet con toda la variedad de productos, dulces o salados. Sus dos máquinas de café son un plus, que para dos expertos cafeteros como nosotros, tomar el café mañanero con los granos recién molidos fue algo que nos encantó.

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Como no podía ser de otra forma, recomendamos enormemente alojaros en el Hotel Alfonso VIII. Nos sorprendió absolutamente todo, la amabilidad de su personal, la calidad de sus servicios, la habitación, el balcón, la terraza y el restaurante.

Día 1

Tour

El primer día que llegamos quisimos conocer la ciudad con todos los monumentos iluminados. Cuenca son de esas ciudades que tienen mucho encanto de noche y para ello reservamos el Free tour nocturno por Cuenca. La visita comenzó en la parte alta de la ciudad, en el mirador de la calle Larga y justo desde allí comenzamos a descender. Las vistas desde este lugar acompañadas de las explicaciones del guía acerca del origen de la ciudad fueron muy especiales.

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Atravesamos el Arco de Bezudo y nos paramos en la antigua sede de la Santa Inquisición, hoy en día edificio del Archivo Histórico Provincia de Cuenca. Este lugar ha protagonizado muchos momentos de la historia, ya que se construyó originalmente como castillo y posteriormente reconstruido para albergar la sede y la cárcel de los inquisidores.

La siguiente parada fue el Convento de las Carmelitas. Actualmente alberga el Museo Fundación Antonio Pérez pero ya os hablaremos más adelante de este lugar, ya que nos habían hablado tanto de él que no nos podíamos irnos de Cuenca sin visitar todo lo que alberga en su interior.

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Justo al lado se encuentra la iglesia de San Pedro. Es de planta octogonal y se erige sobre una circunferencia. Esta iglesia protagonizó uno de los momentos más crueles de la ciudad, una serie de tiroteos entre el bando del marqués de Cañete y virrey de Perú, Diego Hurtado de Mendoza y el bando del obispo Lope de Barrientos. Este acontecimiento tuvo lugar a mediados del siglo XV y desgraciadamente fue la iglesia de San Pedro la más perjudicada.

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Bordeamos toda la hoz del Huécar y descendimos por la calle Julián Romero. Esta calle es todo un misterio, además de encontrarse literalmente «colgada», en ella se encuentra el Cristo del Pasadizo, varios pontidos y uno de los miradores más bonitos de la ciudad, el mirador de Florencio Cañas.

Los pontidos son una especie de pasadizos o construcciones de madera que unían unas casas con otras. Cuenca está repleta de ellos e incluso el Ayuntamiento de la ciudad posee varios. En cuanto al mirador de Florencio Cañas, desde él se puede contemplar el antiguo acueducto romano y la forma de la «Sagrada Familia de Barcelona» provocada por los árboles de la zona.

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Al término de la calle Julián Romero se encuentra la Posada de San José. Al igual que con el Museo Fundación Antonio Pérez mencionado anteriormente, hablaremos más adelante de este lugar, ya que contiene una historia muy particular que merece ser contada.

El tour continuó por la Plaza Mayor, justo a los pies de la catedral de Santa María y San Julián. Se trata de la primera catedral gótica de España y cuenta la leyenda que hasta la mismísima Notre Dame de París se inspiró en ella.

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Después visitamos las famosas Casas Colgadas y el puente de San Pablo. Aquí se encuentra la imagen más icónica de la ciudad. El tour terminó justo enfrente, en el antiguo monasterio de San Pablo, actual Parador de Cuenca.

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Día 2

Tour

Tras un desayuno completo en el restaurante del hotel La Terraza, nos dirigimos hacía la Catedral donde comenzaba nuestra primera visita del día, el Free tour por Cuenca. Allí el guía nos contó la historia de la ciudad y de esta impresionante construcción.

Después nos dirigimos hacia la iglesia de San Pantaleón. Hoy en día se encuentra en ruinas pero aún así, no deja de ser uno de esos rincones acogedores de la ciudad. Justo en los alrededores hay bares y terrazas.

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El tour siguió por la plaza de San Nicolás, donde nos detuvimos para que el guía nos contara algunas anécdotas. Al declararse Cuenca Patrimonio de la Humanidad, todas las obras que se hacen en las viviendas deben de ser comunicadas. Se han dado casos en los que algunos propietarios han tenido que vivir un año en un hotel, eso sí, costeándoselo ellos mismos ya que no hay ningún organismo que lo respalde. Esto tiene un arma de doble filo, ya que hay muchas personas que no lo comunican.

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Continuamos por la calle Severo Catalina, más conocida como calle Pilares. Se le llama así porque por ella atravesaba la antigua muralla y desde entonces es conocida popularmente así. Esta muralla pasa por la gran mayoría de las viviendas y retomando el párrafo anterior, se conserva en el interior de las casas sin poder hacer ninguna obra. Aún así, esta calle tiene un encanto especial, compuesta de empedrado y casas de colores.

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Nos detuvimos en el Ayuntamiento y en su espectacular pontido. Algo muy curioso que nos contó el guía fue la historia del alcalde y de los Ojos de la Mora pintados sobre el Cerro de la Majestad. Lo que empezó siendo una gamberrada ha acabado convirtiéndose en un reclamo turístico. Al parecer los estudiantes de la escuela de Artes y Oficios pintaron unos ojos mirando para Cuenca al otro lado del Río Júcar, con lo que el alcalde respondió eliminando esta travesura. Con el tiempo aparecieron pintados los mismos ojos en el mismo lugar y una vez más el alcalde los borró.

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Tal fue la repercusión que todas las personas que visitaban Cuenca preguntaban por aquellos ojos hasta el punto de que por tercera vez aparecieron los ojos pintados y ahora es el alcalde quien ha pedido a los estudiantes de esta escuela que todos los años pinten los ojos.

Luego nos dirigimos hacia la Plaza de la Merced. Todos los palacios, conventos y construcciones pertenecían a la misma persona, el marqués de Cañete y virrey de Perú, Diego Hurtado de Mendoza. Fue tal su poder que se iba construyendo pontidos para pasar de un palacio a otro sin tener que pasar por la calle.

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El tour continuó por la torre Mangana. En este lugar convivieron tres culturas de forma totalmente pacífica: cristianos, judíos y musulmanes. Las vistas desde este lugar son muy bonitas, con el río Júcar de fondo y los edificios medievales colgados.

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Luego bordeamos los restos de la muralla de Cuenca hasta llegar a la Puerta de Valencia. Todo este recorrido es muy interesante, ya que te haces a la idea de la dimensión de la fortaleza que fue en su momento y de cómo aprovecharon las piedras de las montañas para construir la muralla.

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El tour finalizó en la calle Tintes, probablemente sea una de las más bonitas de la ciudad. Además de tener los restos de la muralla y de transcurrir el río Huécar, tiene todas las casas de colores creando un espectáculo visual. Cuenca ha tenido históricamente dos industrias principales, la madera y la textil.

Como su propio nombre indica, en esta calle se tintaban las prendas para que tomaran el color deseado, sin embargo con el paso del tiempo esta industria comenzó a decaer. Con esta situación las personas vertieron al río los tintes que les sobraron pero provocaron intoxicaciones y enfermedades. Para solucionar el problema de stock, decidieron pintar cada casa de un color y hoy en día tras el nombramiento de Cuenca como ciudad Patrimonio de la Humanidad, la UNESCO prohíbe pintar las casas de un color distinto al que ya tienen.

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Ocio

Catedral de Cuenca

Tras finalizar el tour, nos dirigimos hacia la Catedral para conocer el interior y descubrir las joyas que alberga en su interior. Como hemos comentado, la Catedral de Cuenca fue la primera catedral gótica de España.

Aunque se construyó en el año 1257, la estructura ha tenido varias remodelaciones debido a los daños sufridos con paso del tiempo. En concreto, la fachada ha sido reconstruida dos veces y actualmente sigue la estética gótica original. Con un toque afrancesado, la fachada se encuentra hoy en día inacabada. Sin embargo, quizá sea ese el atractivo de este lugar y aunque le falten las torres, el encanto de su simbología brilla por sí sola.

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Tuvimos tanta suerte, que acudimos en el Día de la Catedral y lucía preciosa. Se trataba de una jornada de puertas abiertas y durante todo el día se produjeron todo tipo de actividades culturales. Nuestra primera toma de contacto fue ver a una chica tocando el órgano con una delicadeza que nos quedamos paralizados observándola. La melodía junto a las vidrieras abstractas, las columnas, las esculturas y las luces crearon una atmósfera que fue una auténtica maravilla.

En el centro de la catedral se encuentran el coro y el altar Mayor. Con forma de cuadrado abierto, el coro está formado por una sillería completamente de madera. Justo enfrente está la capilla Mayor y entre medias los dos púlpitos.

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Disfrutando del sonido, nos dispusimos a visitar cada una de sus capillas, destacando principalmente la sacristía. La catedral es una obra de arte en sí y en todas sus salas hay muestras de ello. Esculturas, pinturas, tallas, monumentos y reliquias rinden homenaje a casi mil años de historia.

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Por si fuera poco, cruzando el Arco de Jamete en uno de los laterales, se llega a un precioso claustro en el que se encuentra una obra de arte, el Laberinto del Dictador. Tras observarlo y leer acerca del mensaje de su autor, Florencio Galindo, comprendimos que esta catedral es mucho más que un lugar de culto.

Continuando por un camino que parte desde el claustro, llegamos a un mirador con unas vistas impresionantes de la hoz del río Huécar, las casas colgadas y el cerro del Socorro. El lugar tiene un sitio privilegiado y contemplar esas vistas mereció la pena.

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Para rematar, antes de la puerta de salida hay unas escaleras con forma de caracol por las que se puede subir al triforio. Sin esperarlo, nos encontrábamos en la parte alta de la fachada y ella pudimos disfrutar de la imagen de la plaza Mayor y de todas las casas de colores enfrente. Continuando por el triforio volvimos a acceder al interior de la catedral pero esta vez en la zona superior y con una hermosa panorámica de todo el templo.

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Nuestra visita concluyó en el Museo Tesoro de la Catedral. Está ubicado en el Palacio Episcopal y si queréis seguir visitando más reliquias no os perdáis este lugar. En él se encuentran una réplica de la sábana santa, dos cuadros de El Greco, salas dedicadas al arte medieval, joyas renacentistas y el tesoro de la cámara acorazada.

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Como hemos comentado anteriormente, la Catedral de Cuenca es mucho más que un lugar religioso. Es arte, cultura, música y lo más importante, un centro que brinda ayuda a las personas. Además, junto a las casas colgadas, se trata del principal atractivo de la ciudad y no podéis iros de Cuenca sin conocer este espectáculo eclesiástico.

Os dejamos toda la información sobre horarios, tarifas y compra de entradas.

Museo Fundación Antonio Pérez

Unas calles más arriba de la catedral se encuentra el Museo Fundación de Antonio Pérez. Este lugar ha sido algo que sin duda nos ha dejado bastante sorprendidos. Se trata de un centro de arte contemporáneo con una colección de más de 4.000 obras repartidas en 35 salas. En ellas hay una serie de objetos que Antonio Pérez ha ido recopilando y encontrando por distintos rincones del mundo.

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Pero, ¿quién es Antonio Pérez? Es un filósofo amante de la vida que compartió muchos momentos con el escritor Pío Baroja y el poeta Vicente Aleixandre. Este museo son de esos lugares acogedores en los que puedes encontrarte de todo, desde una taza de café gigante hasta un muñeco Michelín.

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El edificio en el que se ubica es el antiguo convento de las Carmelitas descalzas y si queréis esperaros cualquier cosa, dejaros sorprender por la magia de este lugar. El primer objeto con el que este señor comenzó la colección fue su pantalón corto de pana y desde ese día no ha parado de reunir grandes obras que son visitadas cada año por miles de personas.

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Cada sala tiene una temática distinta, sus coloridas y abrumadoras obras no dejan indiferente a nadie. Además, el museo dispone de un claustro y de unas vistas muy bonitas de la hoz del río Huécar. Que Cuenca tenga un museo de esta envergadura demuestra que la ciudad tiene algo especial que merece ser visitada por todos.

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Posada de San José

Otro de los secretos de la ciudad es la Posada de San José. Se trata de un hotel de dos estrellas y de un restaurante con unas vistas preciosas pero su atractivo es completamente distinto. Cuenta la leyenda que el mismísimo Velázquez pintó el cuadro de Las Meninas aquí. Y es que este edificio era propiedad de su discípulo y yerno Juan Bautista Martínez del Mazo.

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El parecido entre la imagen que aparece en la pintura de Las Meninas y la sala que hay justo antes de acceder al restaurante es más que razonable. Tratándose de su familiar y de pasar la mayor parte de su tiempo en este edificio, puede que Velázquez se inspirara en la belleza del lugar.

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Sea como fuere, no dejéis escapar la oportunidad de visitar este sitio y pisar la que durante muchos años fue la inspiración del gran pintor Diego Velázquez.

Restaurante

Por la noche fuimos a cenar a uno de los lugares más especiales de la ciudad, el Parador de Cuenca. Ubicado frente al puente de San Pablo y a las casas colgadas, este lugar era el antiguo convento de San Pablo. Hoy en día está reconvertido en un emblema para el turismo nacional, un hotel de la cadena Paradores.

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El restaurante se encuentra en la antigua capilla del convento y para acceder a él hay que pasar por uno de los laterales del claustro. El techo es de madera, en los laterales hay una galería de cuadros contemporáneos y en la pared del fondo hay ilustrada una imagen de Cuenca sobre azulejos blancos. Cabe resaltar el púlpito que aún se conserva de la antigua capilla, dotando al lugar de un encanto especial.

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Nuestra sorpresa fue mayúscula cuando al entrar, nos encontramos con una joven cantante deleitando a los comensales con su dulce voz. Fue una gozada poder cenar disfrutando de este espectáculo de música en vivo.

El personal fue muy amable, servicial y siempre sonriendo. Los entrantes que nos pusieron nos encantaron, le dieron un toque muy innovador. Por un lado, nos sirvieron un tarro con hummus de remolacha y alcaparras en el interior. Por otro lado, mejillones con una crema muy buena y macarons con aguacate. Nunca habíamos probado algo parecido y los sabores nos gustaron mucho.

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Después nos trajeron una bandeja con dos platos, croquetas caseras y arroz meloso con láminas de atún. Las croquetas estaban suaves y muy sabrosas. En cuanto al arroz, el sabor es totalmente distinto a cualquier otro que habíamos probado antes. Se notaba la calidad del restaurante y la profesionalidad del chef.

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Para el plato principal, elegimos una lasaña vegetal y unos solomillos. La lasaña estaba muy bien elaborada y el aroma que desprendía era excelente. Los solomillos estaban tiernos, con el punto exacto de cocinado.

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Terminamos muy satisfechos y la sorpresa vino a la hora del postre, helado artesano de queso manchego, barquillo de chocolate y alajú. El helado nos sorprendió muy gratamente, ya que jamás nos habíamos imaginado que existiera uno de ese sabor y realmente sabía a queso manchego. El alajú nos gustó mucho, para los que no lo conozcan es un producto típico de Cuenca, se parece al turrón pero está mucho más bueno.

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El lugar en el que se encuentra y la calidad de los platos hacen muy especial al restaurante Parador de Cuenca. El precio es muy asequible y os recomendamos que si visitáis Cuenca no dejéis pasar la oportunidad de cenar en uno de los lugares más singulares de la ciudad.

Día 3

Ciudad Encantada

Por la mañana pasaron a recogernos por el hotel para hacer la Excursión a la Ciudad Encantada desde Cuenca. La Ciudad Encantada está situada a 30 kilómetros del centro de la ciudad, en pleno corazón del Parque Natural de la Serranía de Cuenca y es un lugar que sin duda os sorprenderá.

Una vez dentro del lugar, el guía nos dio la bienvenida con un plano e información del recorrido.

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Escenario de numerosas películas, la Ciudad Encantada es un conjunto de formaciones kársticas provocadas por la erosión del mar hace 90 millones de años. Estas formaciones son consecuencia de la retirada del mar, es decir, el lecho marino compuesto de roca caliza emergió a la superficie y dio lugar a esta maravilla de la naturaleza.

Las formaciones, junto a las explicaciones del guía, hacen en su conjunto el lugar idóneo para echar a volar la imaginación. Durante el recorrido os podréis encontrar con “tortugas”, “osos”, “barcos”, “tornados” y hasta un “convento”.

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Quizás el momento más impresionante fue cuando atravesamos el pasadizo de piedra apodado “el tobogán” y aparecimos en lo que se conoce como el “mar de piedra”. Además de las formaciones, el guía nos dio una clase magistral de la vegetación del lugar y nos hizo reflexionar sobre la vida en la tierra hace más de 90 millones de años.

Tenemos que añadir que el lugar es perfecto para ir en familia y además, aceptan mascotas, por lo que si tenéis algún animal podéis llevároslo sin problema.

Si disponéis de vehículo y queréis hacer la visita por vuestra cuenta, podéis hacer la Visita guiada a la Ciudad Encantada. Para aquellas personas que viajen en coche, hay un aparcamiento gratuito justo en la entrada.

Restaurante

El tour nos dejó en la puerta del hotel y para finalizar nuestro viaje, andamos hasta el Museo Paleontológico de Castilla-La Mancha para comer en el Natura Restaurante y Bistró. Está situado junto al Museo y antes de entrar os encontraréis a varios dinosaurios dándoos la bienvenida.

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En el escaparate tienen obras de varios artistas, con el que se pretende dar visibilidad al arte local. Además, el restaurante tiene un bar justo al lado siguiendo la misma estética y marcando su estilo moderno.

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Las mesas estaban distribuidas frente a una enorme cristalera en la que se apreciaba un paisaje precioso de Cuenca. En el lateral izquierdo, hay una innovadora chimenea convirtiendo al restaurante en un lugar bastante acogedor.

La decoración era vanguardista, mezclando elegancia y gusto, el restaurante apuesta por una fusión de arte y gastronomía. El personal nos atendió estupendamente y estuvo atento a nosotros en todo momento.

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Para comenzar, nos sirvieron tres platos. El primero de ellos fue hummus de berenjena, cebolla encurtida y chips vegetales. Desconocíamos el gran gusto que se tiene en Cuenca a la hora de elaborar el hummus y a raíz de este viaje nos hemos hecho auténticos fanáticos de este plato.

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El siguiente plato fue carpaccio de ternera. Acompañando a este delicioso producto había una especie de yemas elaboradas con frutas de la pasión. La mezcla de sabor entre el carpaccio y el cítrico de la fruta fue algo que nos gustó muchísimo, la fusión de ambos sabores estuvo excepcional.

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El último plato hacía honor a la tierra y al agua, gambas con setas. Acababa de entrar el otoño y no hay producto más adecuado para esta época que las setas. Estaba muy bueno y nos teletransportamos a la típica casa rural en medio de la naturaleza.

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Luego llegó el plato principal. Solo por el nombre ya sabíamos que nos iba a encantar pero cuando lo probamos superó todas nuestras expectativas. De pescado pedimos merluza con pilpil de algas, puerros confitados y panceta. En cuanto a la carne, nos decantamos por secreto ibérico, alioli de membrillo y crujiente de queso.

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El postre fue todo una sorpresa, pedimos tarta de manzana y nos trajeron una 2.0. Una torre con finas láminas de hojaldre rellenas de trocitos de manzana y una crema espectacular. Estaba tan bueno que nos hubiéramos comido cientos de ellos.

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Salimos muy satisfechos con el buen servicio y con la buena comida. Natura Restaurante y Bistró nació con la idea de ser una escuela profesional de cocina y hoy en día cuenta con uno de los mejores restaurantes del panorama nacional. Con la notable ubicación y con el buen saber hacer de sus platos, solo podemos deciros que tenéis que venir a este restaurante y probar su fusión de cocina.

Además, podéis aprovechar para visitar el Museo Paleontológico de Castilla-La Mancha y admirar la belleza de Cuenca desde este lado de la hoz del río Huécar.

Fin del viaje

Volvimos de nuevo al hotel para hacer el check out y recoger nuestras maletas. Como mencionamos anteriormente, el chico de recepción nos llamó a un taxi y en menos de 15 minutos estábamos en la estación de tren.

Cuenca es una ciudad envolvente y muy curiosa en la que se mezcla la tradición de estilos medievales con lo más moderno y vanguardista. Su posición geográfica la convierte en una de las ciudades más especiales de España. Aunque es la segunda vez que la visitamos, volveremos sin duda ya que siempre tiene algo nuevo que descubrir.

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